QUE SE NOS DISCULPE...

Hoy, no se nos puede exigir atender aquellas voces que durante décadas se vincularon a lesivas políticas gubernamentales de educación superior (precisamente, una de las causas de la crisis social), que en alguna ocasión permitieron desalojos policiales -violentos hacia estudiantes- de sedes universitarias pacíficamente ocupadas, que refieren a Manuel de Rivacoba pero sin su obra ni posición; y que, a fines del siglo pasado, le dejaron solo, peleando en una situación de política nacional y justicia -e injusticia- por derechos humanos (evento que implicaba manifestar posición concreta respecto del enjuiciamiento y destino de Pinochet), conducta que a Manuel causó no sólo aflicción sino, además, profunda decepción.