Acomodo, subordinación y censura.
Cuando se dice una cosa pero se hace otra.
Durante su exposición sobre “Aspectos
penales de la obra de Valentín de Foronda”, invitado por la Real Sociedad
Bascongada de los Amigos del País, Comisión de Bizkaia, de la cual era miembro
de número (País Vasco, 18 de febrero de 1997).
Ya
impresos los ejemplares de la segunda edición de “Violencia y justicia”, texto en homenaje a Manuel DE RIVACOBA (1925-2000),
impulsado por discípulos, que reúne numerosos de sus excelentes trabajos, entendíamos
que el acto fijado para el próximo 5 de septiembre de 2012, en la Escuela de
Derecho de la Universidad de Valparaíso, envolvería su presentación oficial,
sin perjuicio de exposiciones brindadas por amigos o penalistas.
Esa era la motivación del acto. Así lo consignaron misivas remitidas por actores principales hace ya meses.
Esa era la motivación del acto. Así lo consignaron misivas remitidas por actores principales hace ya meses.
Ello,
porque lo que alberga el texto son, precisamente, diecisiete obras del propio
Manuel DE RIVACOBA, sea en las áreas de Hombre y Estado, Democracia y
reforma penal, Compromiso forense y docente e, incluso, su Testamento político.
Incluye un epílogo, a cargo de Eugenio Raúl
ZAFFARONI.
Recibido el Programa oficial de tal
jornada, en parte alguna se refiere a dicha presentación, ni al libro, menos a
su contenido. Nada.
Pese a que -debemos reiterar- el citado acto nació para,
precisamente, presentar la edición.
Ante tal –llamémosle- omisión, no está de
más recordar la génesis de la publicación. Por ejemplo, que su primera edición
se sembró en diálogos de dos amigos personales y discípulos de Manuel, uno de
ellos joven y animoso, allá por el año 2001.
Tres jóvenes también discípulos (otro varón
y dos señoritas) se añadieron para hacer posible la iniciativa, dándose a la
fatigosa tarea de digitalizar numerosos textos, labor compleja por la
obligación de reproducir fielmente fundamentaciones y complementaciones (citas
y notas) que Manuel acostumbraba incorporar. No obstante, en dichas manos
-rigurosas y cariñosas- la faena resultó perfecta.
Acogió su publicación no la editorial de la
escuela de derecho (Edeval), sino la editorial de la Universidad de Valparaíso,
gracias a autoridades universitarias de la época, el respaldo de don Juan Guillermo
Matus, y el precedente de un libro sobre derechos laborales recién editado por
la misma (año 2000), texto que abrió dicho Sello a comunicar temas jurídicosociales.
Tal libro, fruto de ningún profesor ni
autoridad de la escuela de derecho sino, por el contrario, de discípulos
independientes, con 374 páginas vio la luz en 2002.
Conociendo el enfoque de Manuel, su
coherencia intelectual y moral, que vertió en vida y escritos, resultaba lógico
que fuesen jóvenes, ética y conductualmente independientes, los que le
valorasen y quisiesen publicitarle, proyectando el trabajo de una persona
extraordinaria en temas socialmente trascendentes, que importan a la
convivencia colectiva; obra cuestionadora de la actividad del poder estatal y
de grupos privilegiados, Manuel vivió su reacción en carne propia.
La entrega de dichos jóvenes resulta más
valorable, al palpitar al interior de una carrera profesional que, por su
imperante sesgo, a poco de salir de las aulas se sugiera no sólo dejar de
cuestionar la conducta de integrantes del poder estatal (los que contratan,
legislan, o deciden si se acoge o no cada pretensión procesal del cliente que
paga), sino, incluso, simpatizar o adecuárseles. Es decir, en la cual no
siempre es fácil sustentar los principios que motivaron a cursarle.
Jóvenes no rendidos a las influencias, cuyo
blindaje de presuntuosa soberbia (atrayente para algunos de variado color
partidario), al menospreciar o paternalizar a estratos sin recursos distancia
de sus problemas reales, favoreciendo –convenientemente-, a grupos ya
privilegiados. Que, anidando en el conceptualismo, custodia programáticamente
el desajuste de la estructura jurídicosocial imperante. Y con facciones que
participaron de la dictadura, barnizándole de legalidad, reprimiendo, y
convocando a sus altos agentes político-operativos en esta misma escuela (tema
que justifica un artículo aparte).
En una Escuela y Universidad pública, de
todos.
En resumen, discípulos que acogieron su
legado ético-jurídico. Según él mismo expresó en el año 1994 (y que se comprobará accediendo al
libro), una de las dos conclusiones que su estudio Violencia y justicia suministra, conclusiones “…de la máxima significación e importancia, bien sabidas de los doctos
maestros que me rodean y que para quienes pisan por primera vez una Facultad de
Jurisprudencia o cursan en ella pueden constituir una lección al mismo tiempo
elemental y decisiva [….] consiste en
distinguir, entre cuantos se ocupan del Derecho, aquellos que llevan unas
bisagras donde los hombres tienen sus riñones y están prestos a doblarse y a
servir con sus conocimientos o con sus simples habilidades a cualquiera que les
mande o que les pague, y los que lo estudian, lo enseñan, lo invocan o lo
aplican con integridad de criterio y respeto a su genuina entidad. Sólo estos
últimos, modestos o renombrados, son auténticos juristas. Que nunca se pueda
decir de ninguno de nosotros la crítica que formuló von Kirchmann en su célebre
conferencia berlinesa de 1847 a los juristas romanos que con la misma tranquilidad e idéntico
espíritu concienzudo comentaban la constitución despótica del Imperio que la
ley de la República empapada en la doctrina de la libertad”.
Manuel abrazó posiciones de cambio
sustancial; ni la dogmática, que parece tan inerme y desvalida, se libró de su
inteligencia, evidenciando que, para ser tal, debe ser crítica y prospectiva.
Es ésta la índole de los trabajos que se han seleccionado, tales como La racionalidad del ordenamiento como
presupuesto de la dogmática en materia penal, el Alegato para desaforar a Pinochet, Dignidad humana y pena capital, Del
liberalismo a la democracia, El
proceso de Lieja a la luz de la dogmática penal, Aproximación a Utopía, en fin.
El desaire es a Manuel y a su obra.
El texto “Violencia y justicia”, segunda edición, estará disponible el día
miércoles 5 de septiembre, en la escuela de derecho (calle Errázuriz 2120, esquina
de calle Freire, piso 2, Valparaíso), a sólo 4.000 pesos.
Invitamos a asistir y adquirirle.
La publicación corresponde, nuevamente, al
Sello de la Universidad de Valparaíso, a cuyo director y personal se agradece
profundamente.
Anotemos, por último, que ese día 5, a las
11.00 de la mañana, Eugenio Raúl ZAFFARONI,
expondrá el tema “RIVACOBA Y DORADO
MONTERO”.
El jurista argentino apreció fraternalmente
a Manuel, escribiendo en 2002: “… llevamos
amistad y trato frecuente desde una noche de 1963, en que llegué tímidamente a
su domicilio en la ciudad de Santa Fe, en la famosa ‘Taberna de Juanito’,
siendo abogado recién egresado y estudiante de Doctorado en la Universidad del
Litoral, para pedirle su libro sobre Dorado Montero…”.
Valparaíso, 17 de agosto de 2012.
…