Hipocresía del régimen chileno respecto de Venezuela.



La hipocresía en su estado más puro
(Ataque sistemático de la cúpula chilena al Gobierno de Venezuela).
Reconocemos la moderación de don Hugo Farías Moya. Ya con dos chilenos asesinados en Venezuela (eran partidarios del actual Gobierno chavista, así es que para la gran prensa y los intereses de EE.UU.  su muerte “no importa”), y otros gobiernistas quemados vivos por bandas armadas de la oposición, justificado estaría un tono aun más directo.
En esta farsa se acompañan en Chile –congruentemente- tanto el régimen de la llamada “nueva mayoría” como la extrema derecha histórica.

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La hipocresía en su estado más puro
Por Hugo Farías Moya


Leo con asombro la insólita declaración del gobierno chileno sobre el proceso electoral del domingo recién pasado en Venezuela: “Nos causa profunda decepción que el gobierno de Venezuela haya celebrado las elecciones a la Asamblea Constituyente”. Es decir están decepcionados y consternados porque en el país caribeño se hayan realizado elecciones. Como simple ciudadano chileno de a pie no deja de sorprenderme que nuestro gobierno encabezados por una Presidenta y Canciller que se dicen ser “socialistas”, tenga ese grado de destemplanza ante una nación que aún sigue apostando por la paz y no por la confrontación. Agrega nuevamente nuestro gobierno: “No reconocemos la validez de esta elección”, porque según sus palabras, esta Asamblea fue votada por el 42% de los venezolanos, es decir carece de legitimidad.
Ante esta insolente declaración hacia otro país soberano me nace comentar lo siguiente:
La mayor coincidencia es que en la última elección presidencial en Chile en 2013, votaron exactamente el 41,98% de los chilenos. Con este dato tendríamos que declarar también que el gobierno chileno no es legítimo en su origen y ustedes que nos gobiernan y que hoy ostentan un triste record de 24% de aprobación ciudadana. Es decir carecen de autoridad moral para dar recetas de democracia a otros países del mundo.
Según la declaración de nuestro gobierno el acto eleccionario de ayer: “No resuelve los problemas y desafíos políticos que enfrenta Venezuela”. Aquí me pregunto: ¿Qué actos pueden resolver los problemas del país caribeño? ¿El golpe de estado, que ha estado pidiendo la oposición? ¿O tal vez la más brutal de las opciones, la invasión por parte de Estados Unidos? ¿O acaso es opción las acciones de saqueo, destrucción y sabotaje que ha estado implicada la oposición en los últimos meses? Que ustedes como gobierno nunca han condenado.
¿Estas son las soluciones, le pregunto señora Presidenta o señor Ministro? Me conmueve el hecho de que ustedes dos vivieron y sufrieron la más aterradora dictadura que tenga memoria nuestro país, sin embargo consideran ustedes esta solución como la salida más normal a la crisis.
Ustedes hablan en nombre de los chilenos y se unen al grupo de 13 naciones del mundo que abiertamente conspiran contra el gobierno de Venezuela. Países que por cierto tienen innumerables problemas de derechos humanos y de democracia, sin embargo esto no les permite avergonzarse al intervenir en Venezuela.
Así como el gobierno chileno y no el ciudadano chileno, aclaro, se siente profundamente decepcionado por el curso de los acontecimientos en el país petrolero, yo también me declaro, al igual que millones de chilenos, profundamente decepcionado de nuestro país y de nuestra democracia. Y les doy algunos ejemplos para refrescar su amnesia colectiva.
En Chile aun nos rige la Constitución del dictador Augusto Pinochet, sin que se haya llamado a crear y participar de una nueva con el apoyo de todos los chilenos. Esta constitución ha impedido cualquier avance progresista en el país, dejando incólume la obra del dictador.
Me causa profunda decepción: Que los militares procesados por causa de crímenes en dictadura sigan libres, recibiendo atención de salud y suculentas jubilaciones, sin que ningún gobierno democrático haya puesto término a esta injusticia. Existen más de mil militares procesados, pero menos de cien de ellos cumple condena de cárcel.
Me causa profunda decepción: Que todos aquellos que hoy exigen la educación pagada y con fines de lucro, hayan estudiado gratis cuando las universidades chilenas eran estatales y de calidad. Hoy le exigen endeudarse a los jóvenes chilenos por años, hipotecando su futuro.
Me causa profunda decepción: Que la derecha obtenga un tercio de los votos, pero debido al antidemocrático sistema neoliberal controle la mitad del congreso y que sirve como tapón a cualquier conquista de la clase trabajadora. O cualquier cambio al sistema de salud o a las mejoras salariales.
Me causa profunda decepción: Que a casi treinta años el sistema previsional chileno llamado AFP siga entregando pensiones miserables y donde justamente personeros de gobierno la defienden a ultranza. Millones de personas han salido a las calles a protestar para terminar con este abuso perpetuo, sin embargo para ustedes esto es irrelevante y no aceptan la expresión democrática del pueblo chileno.
Me causa profunda decepción: Que el sistema de salud privado de Chile, llamados Isapres siga discriminando a las mujeres, a los enfermos y a los ancianos, es decir para ustedes es normal que estas instituciones abusen de los chilenos. Estas mal llamadas instituciones de salud solamente aceptan en sus registros a personas sanas y cuando estas se enferman de patologías terminales deben optar por Fonasa.
Me causa profunda decepción: Que cuando la Asamblea Nacional de Venezuela haya emitido hace años su preocupación por la represión del estado chileno en la Araucanía, ustedes, con una hipocresía mayúscula dijeron que estos hechos eran asuntos internos de Chile y nadie debía intervenir. Sin embargo ahora siendo más cínicos aun emiten declaraciones sobre el gobierno de Venezuela.
Así como a ustedes les causa profunda decepción la democracia de Venezuela a mí también me causa la misma decepción con la democracia chilena.
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Presidenta de Asociación Nacional de Fiscales de Chile, frente a maniobra en Proceso “Penta”, que investiga actividades de mafia político-empresarial.



Artículo fuente:

Santiago, 14 de julio de 2017.

Presidenta de la Asociación Nacional de Fiscales, Trinidad Steinert, sostuvo que "resulta ser un buen negocio" el "generar desconfianza, desprestigiar y desacreditar a quien investiga una causa compleja", ya que "afecta el corazón mismo de quien ejerce la función de despejar el velo obscuro que hasta ahora nadie se ha atrevido a levantar".

"Hemos visto la última semana, cómo la astucia de la defensa en el llamado Caso Penta ha sorprendido nuevamente durante la tramitación de esta investigación. Esto, al punto de poner en jaque nuestra estructura procesal penal y dejarla en un estado peligroso para la eficacia del sistema", sostuvo la presidenta de la Asociación Nacional de Fiscales, Trinidad Steinert.

Esto, en referencia a la declaración en calidad de testigo que deberán realizar los fiscales de esta causa, Carlos Gajardo y Pablo Norambuena, tras un requerimiento presentado por la defensa de Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín.

En una carta publicada en La Tercera, la representante de los persecutores afirmó que esta acción "ha recibido un respaldo jurídicamente cuestionable, pese a no ser sino una maniobra para torcer los principios que inspiran la normativa procesal penal".

"Ensuciar la tramitación de una investigación, generar desconfianza, desprestigiar y desacreditar a quien investiga una causa compleja, en que se han jugado valores jurídicos y sociales relevantes como la fe pública y la probidad, resulta un buen negocio, pues afecta el corazón mismo de quien ejerce la función de despejar el velo obscuro que hasta ahora nadie se ha atrevido a levantar", acotó.

"Esperamos que no sea esto lo que esté ocurriendo en el 'Caso Penta', pero resulta insoslayable, a menos que queramos parecer ingenuos, que la diligencia de citación a prestar declaración como testigos a los fiscales Gajardo y Norambuena importa una materialización del "todo vale" en este proceso", agregó Steinert.

En ese sentido, dijo que "la defensa es consciente de lo que exponemos y también de que ante cualquier duda que le asista respecto a la conducción de un fiscal en relación con una investigación, existen canales administrativos y legales para removerlo de una causa. No podemos menos que expresar nuestra más profunda preocupación por el gravísimo precedente que se ha generado, y que abre un espacio de incerteza jurídica con graves y perniciosos efectos no solo a niveles jurídicos, sino también sociales, que pueden resultar irreparables".

RIVACOBA: La retribución penal.











La retribución penal, originalmente publicada por Editorial Conosur, Santiago de Chile, 1995.

La presente versión, en pdf, tiene por fuente el sitio cienciaspenales.net

RIVACOBA: LA RACIONALIDAD DEL ORDENAMIENTO COMO PRESUPUESTO DE LA DOGMÁTICA JURÍDICA EN MATERIA PENAL.



RIVACOBA y el estudio dogmático

La racionalidad del ordenamiento como presupuesto

de la dogmática jurídica en materia penal



Idóneos para prologar este trabajo de Manuel DE RIVACOBA son otros párrafos, del mismo autor y sobre el mismo tema, en los cuales  -combinando provechosamente su formación filosófica y jurídica- abordó el papel de la Dogmática y su imprescindible espíritu crítico. Datos útiles para una fundada tarea práctica pueden hallarse no sólo en el trabajo siguiente, sino además -y entre otros-, en El principio de culpabilidad en el Código penal chileno (1974), en varios estudios incluidos en su Nueva crónica del crimen (1981), en el capítulo I de su Elementos de Criminología (1982), y en su Prólogo a Las causas de justificación (1994).
   Instrumentos para laborar con cualquier Ordenamiento (o que pretenda serlo), para examinar la estructura valorativa que alberga, su coherencia o incoherencia, y sus armonías o desajustes lógicos.
   Parafraseando al mismo autor, datos útiles “… para quien no se conforme con las apariencias y se pregunte por el fondo de los problemas, o sea, atendiendo a la finalidad y naturaleza de las instituciones jurídicas -que deben hacer cuantos interpretan las leyes y a fortiori los jueces…”. (“Problemas penales del cheque sin fondos en Chile”, en Nueva crónica del crimen, Edeval, Valparaíso, 1981, pág. 294).

Esencia finalista y valorativa del Derecho.
“Siendo el Derecho, desde sus formas o manifestaciones más espontáneas y elementales hasta las más elaboradas y conscientes, una creación humana, y dadas, por otra parte, las características constitutivas y diferenciales del hombre y de sus obrar, aquél ha de perseguir siempre fines, ha de ser finalista.”. (En Función y aplicación de la pena, Depalma, Buenos Aires, 1993, pág. 9).  
   “…la creación del Derecho es siempre una función política. Mas no sólo el ius dare tiene naturaleza política; también el ius dicere, e incluso en el ius docere hay o late, insoslayablemente, una toma de posición política. La na­turaleza política de la creación jurídica ha de repercutir por lógica en las actividades complementarias de aplicar el Derecho y de enseñarlo. Por la índole de éste, no existe, en cuanto le concierne, la asepsia política; y todas las actitudes que pretenden eludir este hecho, es decir, todas las actitudes que se proclaman o se sienten neutrales, o son hipócritas o son inconscientes.”. (“La dosimetría en la determinación legal de las penas” incluido, entre otras publicaciones, en la Revista de Derecho Penal y Criminología, de Madrid, número 4, 1994, pág. 748).

Sobre la Dogmática jurídica.
Envuelve la “reconstrucción científica de un ordenamiento punitivo dado, y se comprenderá que sus tareas[1] sean interpretar las normas jurídicas, elaborar las construcciones respectivas de las diferentes instituciones que hic et nunc [aquí y ahora], integran este Derecho y edificar un sistema coherente y acabado de conceptos que se corresponda fielmente con él.” 
   Siendo su objeto un ordenamiento jurídico determinado, “tal objeto no se limita a la simple legislación, ni aun enriqueciéndola, con el conjunto de las restantes fuentes formales del Derecho, sino que ha de comprender igualmente el complejo de valores, principios, exigencias y finalidades reconocidos por el Estado que no suplantan, sino inspiran y fundamentan el ordenamiento. […]  
Y que las modificaciones posteriores no se atengan a las soluciones recomendadas anteriormente tampoco arguye contra el papel dinámico que la Dogmática, en su aspecto o momento políticocriminal, desempeña en las mudanzas del Derecho, con aspiraciones de perfeccionarlo, ya que, cuando menos, siempre contribuye a crear el clima social para los cambios jurídicos...”.
   Así, RIVACOBA refutó el entendimiento conformista de la Dogmática, simplemente reproductivo, o, a lo más, esclarecedor del Derecho que es, que no supera las limitaciones de la exégesis. Se abstiene de todo enfoque crítico y renovador, incurriendo con esto en una contradicción interna, la de pensar que algo puede ser estudiado racionalmente sin descubrir en ello deficiencias y proyectar su mejoramiento hacia el futuro, contradicción que, en último término, se resuelve en el proceder exegético, o avanzadamente exegético […] reduce la jerarquía y entidad de la Dogmática y aniquila su proyección en el tiempo, o sea, la desvirtúa, limitando también la función de quienes la cultivan, que quedan convertidos así en unos técnicos. Por otra parte, es característica de situaciones o actitudes políticamente conservadoras, o las favorece.”. (En Elementos de Criminología, Edeval, Valparaíso, 1982, Capítulo I, Dogmática penal y Política criminal, págs. 38, 40, 61, 62 y 63).
   La Dogmática, “como todo cometido racional, distingue y señala límites, y por esta vía contribuye, no a reafirmar ni facilitar, ni, menos, a enmascarar, el empleo del Derecho punitivo según apetencias o intereses personales o sectoriales, sino a hacerlo calculable, basarlo en la certeza y garantizar sobre ella la seguridad jurídica y la libertad individual. Y, por consistir en una actividad y un saber racional, habrá de examinar con mirada crítica el ordenamiento sobre el que versa, sea en su con­junto o en determinadas instituciones de cuantas lo integran, descubriendo sus defectos e iniquidades y culminando al cabo en una actitud y una propuesta políticocriminales, de avance y mejora o substitución del Derecho que es por otro que deba ser, no con arreglo o patrones o ideales de perfección incondiciona­da y absoluta, sino, más modesta y restringidamente, conforme a los concretos datos y posibilidades sociales y axiológicas de una comunidad precisa en un momento también preciso de su historia. El enfoque crítico del Derecho existente revela el que debe regir, resultando así imposible una dogmática que se complac­iera en la conservación y la inercia y dotándola, en cambio, de una energía cinética y prospectiva”. […]    
   “…el estudio del Derecho puni­tivo empieza por la dogmática, pero que no puede satisfacerse ni quedarse en ella entendida en sentido tout court, lo que no pasaría de ser una exégesis disimulada o presuntuosa, sino que por su propia entidad lleva a y desemboca en la política criminal y sólo entonces alcanza su plenitud, y también, por otra par­te, que la dogmática, como en el fondo cualquier ciencia, si bien quizá con mayor vehemencia que muchas otras, demanda una fundamentación filosófica, y, además, en su caso, por tratarse de un menester y un saber de cultura, una fundamentación histórica…”. (En el Prólogo a Las causas de justificación, Hammurabi, Buenos Aires, 1996, págs. 15 y 16).


Viña del Mar (Chile), 15 de junio de 2017




[1] “Sucesivas más no desconectadas entre sí, pues han de ir regidas todas por un principio finalista, o un haz de principios finalistas, de alcance general para el ordenamiento de que se trate.”.