ESTATUA DE GENERAL BAQUEDANO EN SANTIAGO DE CHILE... Y EL TRIUNFO DE LA DERROTA



 

EL TRIUNFO DE LA DERROTA

Por Miguel Vera-Cifras.

Las fuerzas policiales marchando en columnas hacia la Plaza de la Dignidad y luego ocupando el lugar para evitar que nadie más llegara hasta ahí constituye, creo, un gesto revelador. Lo cierto es que, aterrado por la posibilidad de que el pueblo derribara la vilipendiada estatua, el gobierno se apresuró en retirarla, no sin antes realizar una especie de desagravio que se pretendió marcial, pero que lejos del sonido triunfal, tuvo la letanía fúnebre de una rendición simbólica y moral. El triunfo de la derrota. Un acto que quizá tenga insospechadas y devastadoras consecuencias para la psiquis de la derecha, siempre fascinada por lo que niega del enemigo. ¿Habrá algo de eso en estas nuevas imágenes donde vemos una especie de marcha o desfile policial? Si es cierto que el vencido termina incorporando los modos del vencedor, ¿será esto un síntoma de la derrota infligida nuevamente en el corazón del fascismo instalado en Chile?, ¿están los vencedores replicando a los vencidos, tanto en la forma en que los suplantan como en la retórica que adoptan de ellos? Curioso. Me queda la sensación que sin que haya habido más que carabineros ocupando la plaza, la derrota del gobierno es aún mayor, pues queriendo copar para evitar que lleguen quienes protestan ahí, han tenido que suplantarlos en un esquizofrénico y paradojal acto de sometimiento ritual. Ocupar el espacio del estallido abre el peligro de ser, al mismo tiempo, ocupados por él. Demencia mediante, copar la plaza de la Dignidad conlleva el riesgo de estallar en ella. Ahora ya sin estatua, sin luto, sin ídolo ni becerro que adorar, el vacío sustraído al centro simbólico de la ciudad horada la mente policial y cava en ella el nicho de una pérdida, el hueco de una pesadilla, el agujero negro de una República empresarial que antes nos dominaba sin reparos, pero que hoy tirita de miedo. Sin Baquedano, algo se abrió ahí, algo quedó pendiente, como las demandas que suenan allí todos los viernes. Ahora el plinto del monumento amenaza con transformarse en volcán de postulaciones escultóricas populares, desbordando lo que pretendieron sofocar al trasladar la provocación y esconder la ofensa. Estruendosa derrota, sin duda. ¡Qué patético resultó, por eso mismo, escuchar la tísica diana sonando bajo el toque de queda en la noche que intentaron, infructuosamente, instalar la solemnidad de una despedida que, sin embargo, sólo sirvió para expandir el hedor momio y lagrimógeno de unos gladiolos con olor a muerte!”.