Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso. Y un texto de Luis Vicuña Suárez.



La profesión que habéis escogido al venir aquí es el sacerdocio de la Justicia: al traspasar el umbral de esta casa, os ha sorprendido en un lábaro la advertencia formal de que la diosa que aquí se venera y la que preside nuestras actividades es la Justicia. […] los que no sienten la pasión de lo justo no tienen alma de abogados”.
“La Universidad de este siglo diáfano en que vivís, no se contenta con fabricar especialistas, técnicos que recorran la ruta con anteojeras y que trabajen como reclusos celulares en el mundo intelectual; pretende lograr en vuestras inteligencias proporciones amplias y generales”.
 “Cuando los libros, la observación y las estadísticas os vayan enseñando la realidad y crudeza de las miserias colectivas, de los errores y desigualdades sociales, en todo lo espantable que tienen, vuestro corazón, el órgano noble, si no está mortalmente enfermo de pequeñez o de cobardía, va a sentir fieros ataques de indignación y atormentadas palpitaciones de rebeldía…”.
Luis Vicuña Suárez.
(Ideales y deberes universitarios, Valparaíso, 1932).

Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso. 
Y un texto de Luis Vicuña Suárez.

A propósito de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso (de Chile), late la tendencia de grupos conservadores (entre ellos, pinochetistas encubiertos) y de sus colaboradores, de apropiarse de su historia, tornándola complaciente, despojándola de contenidos y de relación con el drama jurídico y económico en un Chile desajustado, estructurado en la desigualdad. 

Inclinación que también enmarca a su docencia, practicando, si no una mera exégesis, un cómodo conceptualismo, lúcidamente puesto en evidencia tanto por Rivacoba como por Novoa Monreal.

Tendencia atractiva para algunos, ya que mientras más vacía se presente la historia resulta más liviana y digerible. Más incluso en una instancia de formación como lo es la etapa universitaria. Afianza la complacencia, y esta asegura conservación de jerarquías entre los de arriba y los de abajo, mantención de sus “tradicionales” roles y funciones. Nada de ideas o conductas distintas o problemáticas que turben tal complacencia; en definitiva, que puedan alterar la formación o educación de la “tradicional” armonía entre los favorecidos (los grandes propietarios, el gran empresariado) y la sumisión que le prestarán  -consciente o inconsciente- no pocos  operadores políticos, académicos y administrativo-judiciales.

Es decir, que puedan cuestionar o perturbar el sentido de subordinación, necesario en la tarea de privilegiar su posición e interés en la actividad legisladora, universitaria, funcionaria o judicial en la cual, luego, se desenvolverán o incidirán.

Sin embargo, la historia de una institución no es –necesaria y exclusivamente- la de su cúpula.

Y, desde su génesis, la historia de tal Escuela está teñida –también- de valores y de compromiso social. Incluso bajo dictadura, mientras unos (autoridades, no pocos profesores y algunos alumnos) le eran complacientes, aplicaban su producción legiferante, perseguían opositores e, incluso de propia iniciativa, organizaban actividades para legitimar su texto “constitucional” invitando a lo más granado del aparato legal-represivo (hoy transfigurados en demócratas), y –más aun- manifestaban mercurialmente su aprobación al tirano convocando, en 1988 (ya bien conocida su índole criminal), a Chile para respaldarle, otras y otros se movían para combatirla, con riesgo cierto de su empleo, de su carrera y de su vida.

Decenios de miseria moral y de represión; pero también de lucha allí desenvuelta, de valor ético-social, y que no aparece en la historia oficial de la mencionada Escuela.

Y a propósito de orientaciones sanas, enlazamos un interesante discurso, del año 1932, cuyo autor y expositor fue don Luis Vicuña Suárez. Fruto de un apreciable ser humano, quien no sólo fue director de la Escuela y promotor de múltiples aportes para levantar su tronco valorativo y su proyección solidaria, sino también persona preocupada de la situación del menor en Chile e impulsor de proyectos de regulaciones para su desarrollo y tutela, no para su represión.

En su discurso, Vicuña expresa ideales y anhelos respecto de la Universidad y la Escuela, que hoy aparecen muy diferentes respecto de la imperante dependencia y el servicio que se presta a los intereses de propietarios de la gran empresa y a las entidades de derecha que custodian los pilares económicos y sedicentemente legales (no diremos jurídicos) del no tan lejano régimen dictatorial; basta conocer la médula de expositores convocados a las actividades que celebran.




Además:



Legislación y justicia (con deliberada minúscula) en el Chile de hoy.