Cine, Derecho y derechos. Talento actoral y compromiso en filmes de plena actualidad. Gian Maria Volontè



Gian Maria Volontè
1933 – 1994

"Ser actor es una cuestión de opciones que si uno pone todo en libelos existenciales: o si exprimimos la estructura conservadora de la sociedad y así uno se contenta de ser un robot en manos del poder, o si, al contrario, miramos a los componentes progresivos de la sociedad para intentar establecer una visión revolucionaria del arte y de la vida."

Manuel de Rivacoba señaló que la vocación implica interés y capacidad, noción que no sólo es aplicable al estudio jurídico. A propósito de ello, en diciembre próximo se cumplen dos décadas de la partida de Gian Maria Volontè. Actor extraordinario, encarnó papeles protagónicos en filmes cuyas tramas revelaron -y revelan- dramas sociales e intimidades y actividades de miembros (altos y bajos) de aparatos estatales: corrupción y delito institucionalizado; dependencia del poder político al poder económico; autoría y encubrimiento de y hacia políticos profesionales; hipocresía y cinismo de controladores de partidos políticos, empresariado, grandes medios de prensa…

Tramas que también presentan luchas individuales y colectivas, fuera y dentro de los aparatos, para combatir aquella actividad, para hacer lo que se debe hacer, motivándose por imperativos éticos. Y es que, en definitiva, para la concreta realización del Derecho (que es más que la ley), en la vida real, en la vida práctica institucional y social, la motivación ética –hacer lo que se debe hacer- es esencial.

Bandido de Milán, de Carlo Lizzani (1968); Sacco y Vanzetti (1971) y Giordano Bruno (1973), ambas dirigidas por Giuliano Montaldo; A cada quien lo suyo (1967), Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (1970), La clase obrera va al paraíso (1971) y Todo modo (1976), obras dirigidas por Elio Petri; El caso Matthei, de Francesco Rosi (1973); Il sospetto, de Francesco Maselli (1975); Operación Ogro, de Gillo Pontecorvo (1979); El caso Aldo Moro, de Giuseppe Ferrara (1986), La muerte de Mario Ricci, de Claude Goretta (1983) y Las puertas abiertas, de Gianni Amelio (1990), son algunos de los filmes en los que aportó talento mayor.

Y son numerosos los que poseen plena actualidad, particularmente en y para el Chile de hoy. Véase, por ejemplo, Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha