El recientemente publicitado “Protocolo” (para la Lengua Española: “regla ceremonial diplomática”) de Carabineros de Chile, que “regula” la represión callejera de protestas
sociales, contiene un precepto cuya norma prohíbe direccionar el cañón de agua del
carro guanaco –su chorro posee enorme violencia- hacia las personas. Ahora, dicha
guardada prohibición sirvió a su jefatura para encuadrar la supuesta “dada de
baja” del funcionario (supuesta, ya que no consta que así haya sido) que manejaba
el cañón del carro guanaco que azotó y tumbó al estudiante Rodrigo Avilés, el
pasado 21 de mayo, en Valparaíso, y que le tiene en estado crítico.
Es decir, dicha norma habría sido quebrantada exclusivamente por dicho funcionario.
Sin embargo, revisando la historia reciente de represión callejera, vemos que en
Chile es práctica común de Carabineros azotar, abatir o tumbar personas con tal
medio.
Tan mala costumbre interna, ilícita y gravemente lesiva, no
había despertado interés en el alto mando sino hasta el pasado jueves 28, en
que debieron reconocer (y asir o cogerse de algo) la conducta perpetrada el 21
de mayo.
¿Cinismo mayor? Ahora sirvió para cortar el hilo por lo más
delgado.